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No se requiere ningún fármaco experimental

Decía Kant que para que algo sea considerado ciencia, debe basar sus demostraciones en la matemática María Luisa Ávila dice que de 123 menores hospitalizados 86 no tenían ninguna dosis (67,5%), pero tres contaban con las tres dosis (2,4%). De allí se deduce que el restante 30,1% tenían alguna dosis. Insisto, hay que analizar qué tenían diferente estos pequeños para que una enfermedad que para prácticamente todos los menores de edad es menos que un resfrío, los haya afectado al punto de requerir hospitalización.

Ávila dice que duele cuando muere alguien de una enfermedad prevenible. Obvio, más cuando se tomaron todas las previsiones recomendadas por el gobierno, como una, dos o tres dosis y de todos modos lo hospitalizan a uno. Ella pretende que la enfermedad grave se previene solo con vacunas, pero ni las vacunas salvan cuando hay factores de riesgo o un sistema inmune débil. Sobre todo, si estas sustancias no son 100% seguras, pues causan efectos adversos graves, ni 100% eficaces. Se requeriría una eficacia del 100% para que la vacuna hubiese evitado las 600 hospitalizaciones del 2022 y eso es imposible.

Los ensayos clínicos solo mostraron que un grupo vacunado tenía menos contagios que uno no vacunado, medidos una semana después de la segunda dosis, cuando no había anticuerpos. Nunca se ha medido la eficacia para evitar enfermedad grave o muerte. La supuesta protección contra el contagio fue, según la FDA, del 90%. La tasa de hospitalización de niños en Costa Rica es bajísima. Sabemos que hubo 47976 casos entre menores del 1 de enero al 30 de mayo del 2022. Durante ese lapso, Ávila anuncia 311 hospitalizaciones, 45 de ellas en UCI y dos fallecimientos. Uno de cada 1066 contagiados requirió cuidados intensivos y murió uno de cada 23988.

La tasa de hospitalización fue de 0,64 y la de letalidad de 0,004. Ávila pretende acabar con todas las hospitalizaciones y muertes en niños con una sustancia que, en el mejor de los casos, las previene en un 90%. Simplemente es ridículo. Una prevención del 90% nos habría dado, con base en el número de casos de enero a mayo, un 10% de hospitalizados, o sea, 4976 y de muertes en una cantidad parecida, tal vez un poco menor. Por suerte los niños costarricenses, sin requerir porquerías de fármacos, tienen una resistencia natural del 99,36% para evitar la hospitalización y un 99,96% para evitar la muerte. No era preciso traer un fármaco tan peligroso como caro para salvar a quienes no requieren que los salven, ya que su sistema inmune es más que suficiente y supera con creces los números del medicamento experimental que promociona Ávila.

Luis Solórzano

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