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El Siglo del Individualismo

Es un documental que se centra en cómo el trabajo de Sigmund Freud, Anna Freud y Edward Bernays ha influido en las corporaciones y gobiernos para poder analizar y controlar a las personas a través de la psicología de masas y la creación de la sociedad de consumo. Consta de 4 episodios de 60 minutos de duración cada uno:

Máquinas de felicidad: La historia de la relación entre Sigmund Freud y su sobrino estadounidense, Edward Bernays. Bernays inventó la profesión de relaciones públicas en la década de 1920 y fue la primera persona que tomó las ideas de Freud para manipular a las masas. Mostró a las empresas estadounidenses cómo podían hacer que la gente deseara cosas que no necesitaban vinculando sistemáticamente los bienes producidos en masa con sus deseos inconscientes.

Bernays fue uno de los principales artífices de las técnicas modernas de persuasión de los consumidores de masas, utilizando todos los trucos del libro, desde el respaldo de los famosos y las escandalosas maniobras de relaciones públicas hasta la erotización del automóvil.

Su golpe más notorio fue romper el tabú de las mujeres que fumaban convenciéndolas de que los cigarrillos eran un símbolo de independencia y libertad. Pero Bernays estaba convencido de que esto era algo más que una forma de vender bienes de consumo. Era una nueva idea política de cómo controlar a las masas. Satisfaciendo los deseos irracionales internos que su tío había identificado, se podía hacer feliz a la gente y, por tanto, hacerla dócil.

Fue el comienzo del yo que todo lo consume y que ha llegado a dominar el mundo actual.

La ingeniería del consentimiento: Este episodio explora cómo los gobernantes de la América de posguerra utilizaron las ideas de Freud sobre la mente inconsciente para intentar controlar a las masas.

Los políticos y planificadores llegaron a creer la premisa subyacente de Freud: que en lo más profundo de todos los seres humanos había deseos y miedos peligrosos e irracionales. Estaban convencidos de que la liberación de estos instintos era lo que había conducido a la barbarie de la Alemania nazi. Para evitar que volviera a suceder, se propusieron encontrar formas de controlar este enemigo oculto en la mente humana.

La hija de Sigmund Freud, Anna, y su sobrino, Edward Bernays, aportaron la filosofía central. El gobierno de los Estados Unidos, las grandes empresas y la CIA utilizaron sus ideas para desarrollar técnicas para manejar y controlar las mentes del pueblo estadounidense. Pero no se trataba de un ejercicio cínico de manipulación. Los que estaban en el poder creían que la única manera de hacer que la democracia funcionara y de crear una sociedad estable era reprimir la barbarie salvaje que acechaba justo debajo de la superficie de la vida americana normal.

Un policía en nuestras cabezas que debe ser destruido: En los años 60, un grupo radical de psicoterapeutas desafió la influencia de las ideas freudianas en Estados Unidos. Se inspiraron en las ideas de Wilhelm Reich, alumno de Freud, que se había vuelto contra él y era odiado por la familia Freud. Creía que el yo interior no necesitaba ser reprimido y controlado. Había que animarlo a expresarse.

De ahí surgió un movimiento político que pretendía crear nuevos seres libres del conformismo psicológico que habían implantado en la mente de las personas las empresas y la política.

Este programa muestra cómo esto se desarrolló rápidamente en Estados Unidos a través de movimientos de autoayuda, como el Erhard Seminar Training de Werber Erhard, en el irresistible ascenso del yo expresivo: la Generación Yo.

Pero las empresas estadounidenses pronto se dieron cuenta de que este nuevo yo no era una amenaza, sino su mayor oportunidad. Les interesaba animar a las personas a sentirse individuos únicos y luego venderles formas de expresar esa individualidad. Para ello, recurrieron a las técnicas desarrolladas por los psicoanalistas freudianos para leer los deseos internos del nuevo yo.

8 personas brindando: Este episodio explica cómo los políticos de la izquierda, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos, recurrieron a las técnicas desarrolladas por las empresas para leer y satisfacer los deseos internos del ser.

Tanto los nuevos laboristas, con Tony Blair, como los demócratas, con Bill Clinton a la cabeza, utilizaron el grupo de discusión, inventado por los psicoanalistas, para recuperar el poder. Se propusieron adaptar sus políticas a los deseos y sentimientos internos de la gente, al igual que el capitalismo había aprendido a hacer con los productos.

De ahí surgió una nueva cultura de relaciones públicas y marketing en la política, los negocios y el periodismo. Una de sus estrellas en Gran Bretaña fue Matthew Freud, que siguió los pasos de su pariente, Edward Bernays, el inventor de las relaciones públicas en la década de 1920.

Los políticos creyeron que estaban creando una nueva y mejor forma de democracia, una que realmente respondía a los sentimientos internos del individuo. Pero lo que no sabían era que el objetivo de los creadores de estas técnicas no era liberar al pueblo, sino desarrollar una nueva forma de controlarlo.

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