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La inmunidad del recuperado

Acabo de leer un artículo en que se discute inmunidad natural vs. adquirida, pero se centra en los anticuerpos posteriores a la enfermedad o la inoculación. Eso es una tontería, no hay manera de saber cuáles son mejores excepto cuando actúan contra el virus. La inmunidad natural es anterior a la enfermedad, una persona resistió el COVID-19 sin anticuerpos, los IgG surgen después del enfrentamiento con este.

Esa es la inmunidad que vale, la que no se pierde. Se basa en factores como el sexo (las mujeres tienen una tasa de letalidad mucho menor), la edad (los adultos mayores tienen una tasa cientos de veces mayor que la de los menores, en CR es de 8 contra 0,03, o sea, 266 veces mayor la de los mayores), condición general, como no tener factores de riesgo, especialmente enfermedades autoinmunes, y una buena dotación de inmunoglobulinas A y linfocitos T.

Centrar la discusión en los IgG, posteriores a la enfermedad o la inoculación, es el truco de las
farmacéuticas y sus agentes vendedores que se hacen pasar por médicos. Como ambos tipos de inmunoglobulinas desaparecen en tres meses, pareciera que todo el mundo requiere refuerzos continuos. En Estados Unidos, muchos recuperados han recurrido a juicios para evitar inocularse. Lo más que han logrado algunos es que se reconozcan en igualdad de condiciones con los vacunados si tienen apenas tres meses de pasada la enfermedad y muestran anticuerpos. Otra vez la tontería de basarse en lo que pasó después de la dolencia.

Lo importante es lo que pasó antes. No tenían anticuerpos específicos contra el bicho y lo vencieron sin problemas, muchos de ellos de manera casi asintomática. ¿Para qué alguien que no tuvo síntomas graves de una enfermedad cuando no tenía anticuerpos contra ella, tiene que andar mostrando exámenes de anticuerpos para que se le permita trabajar o estudiar? ¿Para qué alguien que no tuvo síntomas debe exponerse a tres dosis de algo que le puede producir reacciones adversas serias, mucho más serias que la dolencia misma? Este es el absurdo en que se ha caído en todo el planeta para favorecer la comercialización de la sustancia y el control por parte del Estado.

Es más fácil controlar a todo el mundo si todos portamos un carnet con tres dosis, sin reconocer excepciones. Además, todo el mundo creerá que debe su salud al Estado y las farmacéuticas. La ciencia se tiró a la basura para favorecer la politiquería, las ganancias de ciertos grupos y la tontería más absoluta.

Luis Solórzano Sojo

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