Ningún pediatra atiende mujeres embarazadas, las remite a un ginecólogo. Dos pediatras decidieron que la vacuna no causaba problemas en embarazadas, sin hacer un solo experimento al respecto, basados en un “estudio” que abarcó a poco más de 600 mujeres y en el que solo se tomó en cuenta la cantidad de abortos, no posibles malformaciones ni otros efectos adversos.
Daniel Salas, director de la comisión, es no máster en epidemiología. Pues legisló para imponer vacunas en niños, embarazadas, etc. Estos médicos hicieron contra el país lo que jamás harían en sus consultorios personales. Invadieron especialidades que no les corresponden con base en estudios tan pobres como el de los niños en Estados Unidos y la vacuna pediátrica, menos de 2000 infantes, protección de apenas 90% calculada una semana después de la segunda dosis, cuando ni siquiera habían empezado a desarrollar anticuerpos.
Igual hicieron caso omiso a riesgos como pericarditis, miocarditis, trombocitopenia… sin ser cardiólogos o vasculares periféricos. Toda nuestra legislación debe ser revisada porque no se puede dar tanto poder a médicos con tan poca preparación.
Hay dos pediatras en la CNVE porque se suponía que el esquema de vacunación obligatorio empezaba siempre con los menores de edad. Pero el no máster Salas empezó con los adultos mayores, con quienes experimentó mezclando marcas, sin ser gerontólogo ni tener un solo especialista de ese tipo en la CNVE.
Lo mismo pasó con las embarazadas, no se pidió, que yo sepa, criterio a los ginecólogos del país, empezando por el Dr. Karl Quintanilla, totalmente contrario a la inoculación de embarazadas. Pero se hizo obligatoria para las empleadas públicas gestantes. Ojalá podamos hacer una revisión de toda la legislación en torno a obligatoriedad y, sobre todo, quitar tanto poder a personas sin preparación, como Salas. En sus manos estuvieron todos los datos de la pandemia, falsos hasta decir basta, las medidas contra ella, los contratos secretos de las vacunas.
Luis Solórzano Sojo
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