Cuando observo los números de las primeras seis semanas del 2021 se me vienen a la mente muchas reflexiones. La tasa de reproducción del virus -que se obtiene al dividir los casos de una semana entre los de la anterior- fluctuó entre 0,63 y 0,94. En ningún momento llegó a 1. Es decir, una persona difícilmente contagiaba a otra. Estábamos protegidos en más de un 99% del contagio. La tasa de hospitalización estuvo entre 0,91 y 1,51. Se obtiene al dividir el número de hospitalizados entre los activos. Eso significa que entre el 98,5% y el 99,09% de quienes tenían orden sanitaria y habían dado positivo se estaban curando en sus casas mientras que alrededor del 1% requería hospitalización. La tasa de letalidad -número de muertos entre el total de casos- fluctuaba entre 1,29 y 1,36. Desde el inicio de la pandemia, alrededor del 98,65% de los casos estaba libre del peligro de muerte.
No obstante, se adquirieron dos millones de dosis de AstraZeneca, mediante el mecanismo COVAX. Se pagaron a US$10,5 cada una cuando en el mercado valían US$4,2. Lo peor, la marca prometía una protección del 70%. ¿Alguien puede explicar por qué un gobierno gasta más de 20 millones de dólares en una sustancia que protege en un 70% para inocularla en una población que ya estaba protegida del contagio, la hospitalización y la muerte en más de un 98%?
Lo mismo podemos decir de la marca Pfizer, cuya falsa promesa del 90 al 95% no alcanzaba el nivel de protección natural que ya teníamos. Creo que en el futuro debemos legislar para que la CNVE y la CNE importen vacunas y las hagan obligatorias si y solo si prometan superar la protección natural que ya la población tiene y cumplan con esa promesa.
Los números de hoy son muy semejantes a los que tuvimos sin fármacos, ahora no es posible medir el beneficio de estos medicamentos. Nunca sabremos si las cifras se deben a la inmunidad natural o a algún efecto beneficioso del fármaco. El caso más patético es la importación de la sustancia pediátrica, con su supuesta protección del 90%, para inocularla en una población ya protegida de la hospitalización en un 99,85% y de la muerte en un 99,97%.
Luis Solórzano
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