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Falacias a favor de la obligatoriedad

En la misma página en que se discutió el conversatorio de Corrales un universitario intentó defender la obligatoriedad con estas razones: “1) Es necesario vacunarse a pesar de haber sufrido COVID, ya que las sustancias generan una respuesta inmune más fuerte. Me parece que eso ya ha sido demostrado. 2) No hay un problema intrínseco en limitar libertades. Los permisos de circulación vehicular limitan libertades. Las leyes anti fumado en lugares cerrados limitan libertades. La cárcel limita libertades. Ya existe la suficiente carga de evidencia hacia la pertinencia de las vacunas requerida para imponer obligatoriedad“.

1. Las inoculaciones no generan una respuesta más fuerte. Generan una mayor cantidad de anticuerpos y es de lo único que se está seguro. Pero esos anticuerpos apuntan solo a la psique; si esta cambia, hay problemas. Los anticuerpos naturales apuntan a todo el virus. Los mismos exámenes de anticuerpos aseguran que no son una garantía de evitar enfermedad grave, que esta depende de la condición general del organismo y del sistema inmune en especial. Los anticuerpos naturales se guardan en la médula ósea hasta por 17 años, como ha quedado comprobado con quienes padecieron el SARS 1 o el MERS, de los inducidos nada se sabe, la necesidad de dosis repetidas indica que no se guardan, además, nada se sabe de si todos son neutralizantes o los hay también aglutinantes, que más bien favorecen la entrada del patógeno en las células. El recuperado ha vencido al virus sin anticuerpos IgG, lo ha hecho porque es un mal terreno para que el bicho se reproduzca, esa condición no la pierde.

2. El segundo argumento es una falsa analogía y una franca tontería. Las leyes de tránsito limitan libertades porque todos los vehículos tienen que amoldarse a una velocidad y unas reglas pues si no lo hicieran, chocarían. Inoculados y no inoculados no tienen por qué adecuarse unos a otros pues no se afectan entre sí, si las sustancias son efectivas, como sí afecta a alguien con el humo de un cigarro.

Luis Solórzano

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