Daniel Salas justificó su decreto de obligatoriedad en que ocho de cada diez en UCI eran no vacunados. La CNVE trató de impactarnos con el dato de que 23 de cada 100000 no vacunados estaban hospitalizados. Carlos Marín Müller hizo lo mismo en su alocución en la Asociación Médica Nacional, allí presentó datos de Estados Unidos sobre hospitalizaciones de vacunados y no vacunados, de cinco por cada 100000 no vacunados a ninguno de cada 100000 con cuatro dosis.
Para María Luisa Ávila, el 67% de los niños internados en el HNN no están inoculados y CRhoy habla de un 80% de menores no inoculados en los hospitales. El truco es una falacia de énfasis combinada con una de accidente inverso. Se toma un caso excepcional y se convierte en regla general, tras poner énfasis solo en las hospitalizaciones.
La norma o regla general es que el COVID, por sí mismo, no produce daños que requieran hospitalización. Desde antes de que llegaran las vacunas, la tasa de hospitalización para menores de edad era del 0,15% y la general era de 1%. A UCI llegaba solo el 0,4%. Para llegar a semejantes instancias no bastaba tener COVID, sino que eran precisos varios factores de riesgo; un buen sistema inmune era garantía más que suficiente para superar la enfermedad, sobre todo si se era joven.
Pero los provacunas convierten un caso excepcional en regla general. Si ocho de cada diez en UCI no están vacunados, eso significa que, de 1,4 millones de menores, si no se vacunan, ocho de cada diez requerirán cuidados intensivos. Lo único que puede salvarlos son las tres dosis. María Luisa Ávila afirma que los seis fallecidos y 600 hospitalizados en el HNN se habrían evitado si estuvieran vacunados. Es una falacia inmensa. En primer lugar, estaban ahí por causas que merecen investigarse ya que el 99,85% de los menores no va a esa instancia.
En segundo lugar, ¿Cómo se le ocurre que una vacuna que en ensayos clínicos solo mostró una protección del 90% y en Costa Rica está demostrando una aún menor, del 67 al 80%, va a impedir todas las hospitalizaciones y muertes de menores en el país? Para eso se requeriría una sustancia con una efectividad del 100% contra el virus, sin importar factores de riesgo o deficiencias en el sistema inmune, y que fuera un agua bendita que no causara el menor efecto adverso que requiriera hospitalización. Evidentemente ese no es el caso de los fármacos con los que estamos tratando.
Luis Solórzano
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