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Sin inmunidad natural no hay pandemias

Cuando daba clases de filosofía, hacía notar a mis estudiantes que la mayoría de los filósofos ponen en la base de sus sistemas algo que luego niegan. Por ejemplo, Kant empieza con un sujeto y un objeto separados espacial y temporalmente para luego negar la existencia real del espacio y el tiempo y reducirlos a formas a priori de la intuición.

Parece mentira que en la declaración de pandemia por la OMS y su definición esté el mismo error. El 11 de marzo del 2020 la OMS declaró que el COVID-19 era una pandemia. Apenas había poco más de 4000 muertos y más de 66000 recuperados. Pero se supone que el virus estaba presente en 114 paìses. Pandemia viene del griego pan (todo) y demos (pueblo), como estaba presente en tantos pueblos, a pesar de que había solo 118000 casos, 1035 por país, se declaró que el COVID-19 era pandémico. Para explicar que en tres meses, a partir de diciembre del 2019, ya el virus estuviera presente en 114 países había dos posibilidades:

1. Que las PCR no fueran nada confiables y detectaran virus diferentes y los hicieran pasar por el mismo.

2. Que infinidad de personas asintomáticas viajaran de país en país distribuyendo el patógeno.

Si se acudía a la primera posibilidad, automáticamente la pandemia deja de existir. Se acudió a la segunda: miles y miles de personas tenían una inmunidad natural ante el virus, tanta que este ni siquiera les daba síntomas, o sea, apenas se reproducía en ellas lo bastante como para que lo transmitieran pero no como para que lo sufrieran. Los científicos se dedicaron a buscar las causas de esas diferencias entre personas: tipo de sangre, genética… Era obvio que esas personas no requerían medicamentos, menos vacunas.

En resumen, sin miles de personas con inmunidad natural no habría habido pandemia, pues si todas se hubiesen enfermado gravemente nadie habría viajado, se habrían quedado en su casa o en un nosocomio. Pero ahora resulta que según la OMS la inmunidad de rebaño solo se logra mediante vacunas y para la CNVE la inmunidad natural apenas dura 26 días y es inferior a la lograda por las inoculaciones. Incluso el “experto” Ignacio Santos se atreve a decir que si nos pusimos la última dosis hace seis meses ya estamos prácticamente sin protección. Definitivamente, malos médicos y peores periodistas han llevado a la bancarrota a sus respectivas profesiones.

Luis Solórzano

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