Las vacunas de Pfizer llegaron al país hacia el 23 de diciembre del 2020. Las de AstraZeneca arribaron unos meses después, en mayo del 2021. Este era el panorama en las primeras semanas del 2021, cuando apenas se estaban desempacando los fármacos y algunos adultos mayores eran inoculados con la primera dosis. Observemos que, sin vacunas, los casos, las hospitalizaciones y las muertes iban en descenso. Sobre todo, la tasa de reproducción del virus no llegó a 1 en ninguna de las semanas, señal de que los contagios estaban controlados.
Las vacunas llegaron con la promesa de que disminuían los casos en un 95%. Como una ejecutiva de Pfizer reconoció que jamás se hicieron pruebas en ese sentido, se ha pasado a decir que su labor es impedir la enfermedad grave, las hospitalizaciones y muertes. Habíamos tenido 24895 casos en las primeras seis semanas del 2021. Las hospitalizaciones habían descendido a un promedio de 353 en la sexta semana y las muertes a 32. Si compramos millones de dosis de un medicamento para reducir contagios, hospitalizaciones y muertes, lo lógico es que estas disminuyan considerablemente, incluso que desaparezcan.
En las primeras semanas del 2022 Carlos Alvarado se ufanaba de que Costa Rica tenía una cobertura de vacunación mayor que la de Bélgica, del 85%. En ese mismo lapso los números son aterradores: 171730 casos, más que los 169000 que habíamos tenido durante todo el 2020 sin vacunas y 6,9 veces más que los que tuvimos en las primeras seis semanas del 2021. Las hospitalizaciones, lejos de disminuir, crecen y llegan a 970 en la sexta semana, acompañadas por 108 muertos. Cualquier persona que tenga una plaga en su casa y su negocio llamaría a un exterminador. Si al cabo de un tiempo la plaga más bien ha crecido siete veces, la persona concluirá que el exterminador la ha estafado.
Aquí, el Colegio de Médicos, algunas pediatras, la CNVE, una asociación de epidemiólogos y hasta los virólogos de las universidades y la prensa canalla se confabulan para negar la estafa y defender las bondades de las inoculaciones. Incluso quieren que se pongan más y más dosis de un producto que ha demostrado no disminuir contagios, hospitalizaciones, muertes o siquiera la tasa de reproducción del patógeno.
Finalmente, estos son los números del 2023. Contamos con 22805 casos, 262 más que en el mismo periodo del 2021, sin pinchazos. Las hospitalizaciones y las muertes sí han disminuido, pero no podemos atribuirlo a las vacunas, pues estas no van a empezar a actuar dos años después. Puede deberse a una mejor atención temprana, variantes menos agresivas o al hecho simple de que casi toda la población ha tenido contacto con el patógeno y estamos llegando a la inmunidad de rebaño.
Luis Solórzano
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