María Luisa Ávila no debate con Bicentenario porque solo acepta invitaciones de sociedades médicas o universidades y los de Bicentenario no tienen los atestados. Ávila parece no entender algo muy sencillo: la discusión no versaría sobre algo que requiera conocimientos médicos. No se trata de diagnósticos, antibióticos o cirugías. Es sobre obligatoriedad y solo requiere matemática elemental, se puede llevar a cabo en un kínder. Durante tres años el mundo ha comprobado que, con vacunas o sin ellas, la tasa de letalidad ha estado alrededor de uno, siendo de 0,03 en menores y de 0,1 en cuanto a hospitalizaciones.
En adultos mayores, inoculados o no, es sumamente alta, puede alcanzar 14 o más. Los menores están protegidos del contagio en un 92%, de la hospitalización en un 99,90% y de la muerte en un 99,97%. ¿Por qué se gastaron millones de dólares en una sustancia que se supone que protege durante tres meses en un 90% y por qué obligar a todos los menores a ponérsela si ya están protegidos en casi un 100% y las excepciones son tan pocas que merecen motivo de estudio por parte de pediatras como ella, que nos digan por qué una enfermedad que afecta a uno de cada mil, deja libre a 999? ¿Qué tiene ese uno de diferente que requiere ser hospitalizado mientras para el resto el mal es como un resfrío o menos? Igualmente, en tres años la tasa de reproducción del virus se ha mantenido alrededor de uno, el último dato está en 0,84. No hay peligro de que los pocos internados en el HNN sean un foco de infección incontenible para los niños que están fuera.
Para que los 122 de los que habla el Dr. Marín que han sido hospitalizados de agosto al día de hoy pudieran contagiar a todos los menores del país con una tasa R de uno, se requerirían como mil años. Imaginemos que lo único que nos protegiera fueran las vacunas y estas tuvieran una eficacia del 90%, o mejor, del 83% con tres dosis como dijo Marín. Hay 1400000 menores en el país. El resultado sería: 1162000 estaría protegido por tres o seis meses. Un 17%, 278000, no estaría protegido, enfermaría gravemente o moriría. A eso agreguemos que de 1400 a 14000 tendrían efectos adversos de moderados a graves según el fabricante. Todo eso prueba que si tenemos tan pocas hospitalizaciones y tan pocas muertes en menores es gracias a la inmunidad natural, no a las inoculaciones.
Luis Solórzano
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