Hace varios años, en un libro titulado La falacia de Freud, leí la descripción del paciente ideal para los psicoanalistas. Requerían que fuera de mentalidad abierta, capaz de hablar sin temores sobre sus problemas, con buena memoria para referirse a su infancia, etc. Era alguien más parecido a un premio Nobel de la paz que a un psicópata, un sociópata o un mentiroso compulsivo. Era tan sano mentalmente que nadie entendía para qué quería visitar a un psicoanalista.
La descripción del sistema inmune del inoculado que da la viróloga de la UCR Eugenia Corrales es parecida. Debe eliminar el ARNm rápidamente, reconocer con celeridad las células infectadas por la espícula, eliminarlas tanto a ellas como a la spike, fabricar anticuerpos… Nada de un sistema que reaccione lentamente, no reaccione o ataque células no infectadas.
El problema es que precisamente quienes morían en 2020 lo hacían porque reaccionaban mal ante el COVID-19, con una tormenta de citoquinas que destruía células sanas junto con infectadas (Algo parecido a los que responden a la vacunación destruyendo plaquetas) o no reaccionaban y dejaban que el germen avanzara hasta los pulmones y los destruyera. En fin, un sistema inmune tan perfecto, que reaccione tan bien ante la intrusa espícula, debería haber reaccionado con igual perfección ante el bicho y no requerir la sustancia milagrosa.
Luis Solórzano Sojo
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