La viróloga de la UCR Eugenia Corrales nos relata este cuento de hadas sobre la forma en que actúa el ARNm:
Hay que pensar en este ARN como uno de estos mensajes de Misión Imposible, que después de la lectura se va a autodestruir en cinco segundos. Bueno, este mensaje se autodestruye en minutos; es degradado por la célula. Ahí se cae ese mito de que una información genética de la vacuna va a modificar mi información genética; no tiene fundamento. Una vez que esa información genética está en la célula, mi maquinaria enzimática lee ese mensaje y produce la proteína de la espícula del virus. Esta proteína es presentada al sistema inmune, el cual la reconoce y dice ‘esta no es una proteína mía, no es humana, es viral’ y produce una respuesta inmune caracterizada por los anticuerpos que van a estar dirigidos contra la espícula, y me va a evitar una infección.
Parece una de esas series de TV antiguas con final feliz, en las que nunca había muertos. Pero hay que estar atento no a lo que dice la viróloga, sino a lo que no dice. Primero, nadie está seguro de que el ARN se autodestruya en segundos. Ella no lo ha verificado en experimentos. Habla de la célula en singular, para dar la impresión de que se trata de una sola. En realidad, nadie sabe cuántas ni de qué tipo (musculares, sanguíneas…) son las afectadas por el mensaje. Lo siguiente es decir que esa proteína es presentada al sistema inmune.
No dice que la proteína no puede ser presentada, sino la célula completa que está infectada y es fagocitada por nuestros linfocitos. O sea, las células que producen la proteína no son modificadas sino muertas en una cantidad que ignoramos y tal vez dependa de cada organismo. No es posible que sea solo la proteína la presentada al sistema inmune, porque significaría que se liberó de las células y se difundió por el torrente sanguíneo, con el consiguiente daño.
Esta proteína (otra vez habla como si fuera solo una, son millones) es presentada al sistema inmune el cual la reconoce y dice esta no es una proteína mía.
El problema de la gente que ha muerto por el bicho es que no lo reconoce, lo deja avanzar. ¿Qué garantiza que el sistema inmune de toda persona reconozca a esa proteína y produzca anticuerpos contra los millones que se están produciendo?
El gran problema de este tipo de sustancias es que no están autorreguladas. Producen tanta espiga e infectan tantas células como se los permite el sistema inmune y cada terreno es diferente. A veces este sistema se confunde, puede tomar las plaquetas como infectadas, las ataca y tenemos una trombosis o una trombocitopenia.
Podemos ver que esta es una explicación parcial y anticientífica de una profesora de la UCR que afirmó que a los no vacunados se les debería negar el derecho a la educación y que si ella daba a lecciones a 60 personas en esa condición se arriesgaba a que seis fueran a UCI. No sabía que solo 0,4 de los activos van a UCI, generalmente personas de edad avanzada. Por algo, a pesar de sus títulos universitarios, se niega a debatir.
Luis Solórzano Sojo
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