Mucho se ha hablado de que las vacunas son experimentales, pero mucho más experimental fue combinar las marcas y alargar o encoger los plazos entre dosis. Quien aceptó esa combinación y sufrió efectos adversos no podría demandar a nadie, porque no sabría cuál pinchazo le causó daño. ¿Quién autorizó la combinación de marcas de vacunas? La misma comisión que autorizó la vacuna obligatoria. Sus razones fueron muy “científicas”. Ángela Mérkel recibió una combinación de esas y no le pasó nada. En Europa se hizo porque nadie quería AstraZeneca y se les puso Pfizer. Lo mejor lo dice Eugenia Corrales: “Mientras sea una vacuna cuyo diseño sea producir una respuesta inmune contra el mismo antígeno, contra la misma proteína del virus o de la bacteria, yo no veo desde el punto de vista científico mucho problema a mezclar las vacunas”, detalló a La Nación. Algo así como decir que mientras el objetivo sea acabar con una bacteria ella no ve problema en combinar antibióticos, o combinar analgésicos contra un dolor.
El epidemiólogo de la UNA, Juan José Romero dijo: “La decisión de la Comisión Nacional de Vacunación de autorizar la combinación de vacunas de las marcas de AstraZeneca y Pfizer obedece a que en Europa se decidió dejar de vacunar con AstraZeneca por los problemas que hubo de las trombosis… la gente se puso muy nerviosa y los gobiernos decidieron dejar de comprar las vacunas de esa empresa, pero ya había muchos millones que se habían aplicado la primera dosis de esa marca… Uno de los casos más sonados en los que se combinó vacunas fue el de la canciller de Alemania, Ángela Merkel, quien se aplicó una primera dosis de AstraZeneca y una segunda de Moderna” (AstraZeneca está aprobada por nuestra Comisión de Vacunación, no se sacó del esquema obligatorio aunque se reconoció que nadie la quería en Europa). Nada de experimentos en animales ni ensayos clínicos con grupos testigo. Si Ángela Merkel sobrevivió todo mundo sobrevive. Mientras la vacuna apunte al mismo enemigo, según Eugenia Corrales, no importa si sus preservantes son diferentes, si una tiene adenovirus de chimpancé y la otra no o si los tiempos entre dosis sean distintísimos. De hecho ni siquiera importa si una contiene cien microgramos de principio activo y la otra 30 o si los efectos adversos enumerados por cada marca sean diferentes y una combinación de reacciones alérgicas pueda ser fatal.
Para justificar la combinación de vacunas de marcas distintas, algunos artículos científicos dicen: “La combinación produce más anticuerpos que neutralizan el virus -hay cuatro veces más producción de células T. Y en este sentido la combinación es más potente que dos dosis de la misma vacuna”. Suena bien. Parece que es fácil detectar los anticuerpos y hasta contarlos, así como las células T. Pero cuando un vacunado quiere hacerse un examen de anticuerpos para comprobar si los ha desarrollado, la FDA lo desaconseja. En un artículo titulado: ¿Por qué no tiene sentido hacerse test de anticuerpos para comprobar quién está inmunizado?, se argumenta: La respuesta inmunitaria es compleja y los anticuerpos son sólo una parte de esa respuesta. Se puede mantener una inmunidad muy robusta frente al SARS-CoV-2 teniendo anticuerpos indetectables (sobre todo, con test rápidos) o con títulos muy bajos. De hecho, los títulos de anticuerpos irán decayendo a lo largo del tiempo mientras la protección inmunitaria se mantiene gracias a los linfocitos T, responsables de la inmunidad celular.
La situación contraria también es posible. Aunque los anticuerpos sean un indicador de respuesta inmunitaria, tener anticuerpos detectables no excluye la posibilidad de infección, como estamos viendo estos días con las infecciones en vacunados. No todos los test comercializados detectan los anticuerpos generados por la vacunación (que sólo genera anticuerpos frente a la espiga del coronavirus, los llamados anti-S). Algunos sólo detectan los anticuerpos contra la cápside del virus (anti-N) y ofrecen resultados negativos en las personas vacunadas”. La producción de anticuerpos justifica combinar marcas pero cuando se trata de hacernos un examen el tenerlos o no, no significa gran cosa y lo mejor es confiar en las vacunas a ciegas. Si esto no es la bancarrota de la ciencia y un retorno a las curas por fe, no sé qué es.
Luis Solórzano
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