Para explicar que el virus se hubiese extendido a 114 países en menos de tres meses, la OMS afirmó el 11 de marzo del 2020 que había miles de portadores asintomáticos que lo llevaban por todas partes. La gripe española se extendió por el mundo con gran rapidez pero había una explicación. El primer caso se dio en un fuerte del ejército estadounidense en 1917 y Estados Unidos participaba en la I Guerra Mundial. Si los soldados se contagiaban, cuando volvieran a sus países llevarían el patógeno. Por eso este afectó principalmente a personas de entre 20 y 40 años. Una migración parecida no se vio a principios del 2020.
Nunca se ha probado la existencia de verdaderos asintomáticos, personas que tuvieran el virus y carecieran de síntomas. Una líder de médicos por la verdad dijo que no podían existir, que lo que podía haber eran presintomáticos, aquellos que todavía no presentaban síntomas porque estaban en periodo de incubación. Los asintomáticos fueron la excusa para imponer encierros y hacer creer que el virus se extendía tan rápidamente por culpa de ellos. Toda persona debía ser considerada como asintomática, decía Salas. Con eso logró que la gente tuviera miedo hasta de sí misma. ¿No seré un portador asintomático y cuando le di la mano a mi papá le transmití el virus?
Luego desaparecieron por la necesidad de hacer creer que todos requerimos pinchazos, un asintomático tendría una inmunidad natural tal que para él salen sobrando los medicamentos, y la inmunidad natural es un término que prefieren excluir. Para mí es imposible que exista alguien asintomático.
Sería alguien que tiene el virus y no se reproduce en él, lo que es imposible, si toda la labor del virus es reproducirse. O alguien en quien se reproduce el virus pero no lo siente, no le da temperatura, no tose… Eso sería mortal, porque la tos y la fiebre son reacciones defensivas. Un asintomático que no se defienda muere en horas.
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