No puedo evitar comentar dos informaciones que me pasaron. Una es que Lancet reconoce la inmunidad natural, la otra es que la prensa canalla atribuye la baja en casos y decesos en el país a la inoculación. Es terrible que una revista “científica” no haya reconocido hasta ahora la inmunidad natural cuando sin ella no hay pandemia posible. Es una prueba de que estas revistas están infiltradas por las farmacéuticas.
La pandemia se declaró en marzo del 2020. 118000 casos en 114 países, cuatro mil muertos y 66000 recuperados, dato que no se difundió. Para que hubiese esa cantidad de casos tan extendida, era preciso que cientos de miles de asintomáticos se desplazaran a todos esos lugares. Reconocían que había personas que ni se daban cuenta de que portaban el virus, con super-inmunidad natural. Luego las desaparecieron porque ahora la única inmunidad la dan las sustancias.
Todos los encierros, restricciones, quiebras de negocios… se justificaron en que personas resistentes al virus, en quienes apenas se reproducía, lo portaban y eran peligrosas. Por eso lo mejor era quedarse en el núcleo familiar y considerar a toda persona como asintomática mientras no demostrara lo contrario. Eso dijo Daniel Salas. Pero él mismo desapareció a los asintomáticos un año después, cuando llegaron las dosis de esperanza. Ahora todo mundo las requería o podía ir a parar a una UCI.
Por otro lado, venir a decir ahora que gracias a las sustancias bajaron los casos y las muertes es una tontería, una propaganda falsa y extemporánea. En 2021, los adultos mayores tenían una tasa de letalidad de 12, mientras que los menores de 45 apenas estaban en 0,2 y los niños en 0,02. Se inoculó primero a los adultos mayores a partir de enero y febrero de ese año. Si la sustancia tiene una protección del 95% como dijo la propaganda, el 95% de los inoculados no debía enfermar gravemente o morir en un plazo de tres a seis meses.
Como el resto de la población tenía una tasa de letalidad tan baja, debimos ver una caída drástica en hospitalizaciones y decesos. Lejos de eso, en setiembre se anunciaron 900 decesos, 18 adultos mayores fallecieron al día. Entre enero y febrero del 2022, tras un año de pinchazos, hubo 60000 casos más que en todo el 2020. Para mayo de ese año, los casos habían aumentado seis veces y las muertes más de cuatro con respecto al 2020. Un medicamento cuya eficacia dura de tres a seis meses debe dar resultados en ese lapso, no tres años después como estos ridículos medios de desinformación nos quieren hacer creer.
Luis Solórzano
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