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Carta al pueblo de Costa Rica

Queridos hermanos y hermanas costarricenses, en estos últimos tiempos hemos visto nuestros más fundamentales derechos y libertades plasmados en nuestra Carta Magna, ganados a través del sudor y sangre de nuestros antepasados, ser aplastados por una tiranía creciente bajo el lema de la “Salud Pública” y el miedo constante como caballo de Troya. Dicha tiranía se justifica a sí misma en conceptos cada vez más difusos y cambiantes, con abuso psicológico cambiando constantemente las metas, las definiciones y los hechos.

Hemos llegado al punto donde abusos de autoridad que ni en tiempos de dictadura del país se vieron se dan todos los días. En este momento, ni la Constitución Política, ni los distintos códigos y leyes tienen validez; el Poder Judicial rechaza todo recurso a favor del pueblo e inclusive repiten las mismas palabras para distintas sentencias, una burla a la justicia. Cientos, si no es que miles, de recursos de toda clase en contra de la dictadura sanitaria son simplemente abortados antes de estudiarlos siquiera.

Un grupo de legisladores que parecen no preocuparse por la creciente oscuridad de la que se tiñe Costa Rica, han permitido la tiranía que impera en el país actualmente. El poder Legislativo hace de cómplice y parte de la destrucción de nuestro país, nuestra nación, nuestro futuro.

Finalmente, el Poder Ejecutivo, la fuente de donde emanan las aguas negras de la depravación y la corrupción. El presidente, un ser que merece la ignominia y damnatio memoriae por ser la más nefasta y corrupta cabeza de Estado que hemos tenido hasta ahora. Sus carnes rebosantes de soberbia crecen consumiendo los esfuerzos, el sudor y el sufrimiento del pueblo. Ahogados en impuestos, sin una salida que se vislumbre de la penuria económica y vendiéndonos a esclavitud de los organismos internacionales no electos, destruyendo nuestro país y el futuro de las futuras generaciones. Miles de millones robados por los parásitos consumidores de la sangre del pueblo se desvían a llenar sus sacos de corrupción y los de sus cómplices. Sus ministros no son más que sanguijuelas de la misma ciénaga de donde salió.

Las instituciones estatales no son más que cabezas de la misma Hidra, consumiendo voraces como pirañas el esfuerzo de los costarricenses drenado en interminables impuestos. El Tribunal Supremo de Elecciones, con su reciente actuar lleno de irregularidades en el proceso electoral, pareciera no ser más que un títere del Ejecutivo y el partido en el poder.

Lugares que otrora fueran santuarios de protección de los derechos del pueblo donde se luchó contra abusos del gobierno, como la Universidad de Costa Rica, se han convertido en opresores donde sus dirigentes y catedráticos ahora no son más que una parte integral de la maquinaria estatal imperante. Es inaudito el abuso actual contra sus funcionarios y estudiantes siguiendo en bloque el actuar del gobierno contra la población.

La CCSS nacida en el seno de una población empobrecida necesitada de atención en salud en los años 40 del siglo pasado, fue una fuente de esperanza para la población costarricense por muchas décadas. Sin embargo, se alimentó y creció de manera incontrolable, llegando a fungir como una “caja chica” para los despilfarros y corrupciones de los distintos gobernantes.

Ella misma creció hasta podrirse, con miles de millones de colones que se han perdido en los distintas compras y escándalos que la han rodeado, siendo esta última administración la gota que colmó el vaso utilizando el pretexto de la pandemia mundial y amparado en el miedo vendido a la población como la realidad para actuar de forma inescrupulosa.

Todo el personal, con muy pocas excepciones que viven calladas, no han sido más que instrumentos del gobierno para seguir la línea oficialista. Sin disidencia y sin debate, ha funcionado como parlante amplificando la narrativa oficial del poder Ejecutivo contra la población mientras que se pinta a sí misma como la esperanza. Sus mismos tentáculos, comparten los recursos de la corrupción y mantienen los movimientos en bloque con el gobierno.

Los medios de comunicación, de forma servil y repugnante no han hecho más que servir como parlante y poder suave de control social del Estado. Típico actuar de patéticos propagandistas, que simplemente repiten la versión oficial de la información. Son también culpables de la situación del país.

Se pueden seguir mencionando instituciones y se verá la misma situación en cada una de ellas. Es hora de traer luz sobre la oscuridad que oculta al cerebro detrás de los abusos y mandatos que están apareciendo, ya que como cucarachas en la oscuridad viven manipulando las acciones que hemos visto.

Es importante aclarar que nuestra situación actual viene de una ley poco conocida, que de manera subrepticia se plasmó hace dos décadas como parte del marco legal del país. Dicha ley No. 8111 del 18 de julio del 2001, llamada Ley de Vacunación crea un ente con la capacidad de alterar de forma radical la vida de todos los costarricenses. Un ente no electo por el pueblo, llamado la Comisión Nacional de Vacunación. Es este grupo de médicos, llenos de soberbia quienes han definido el fin de la libertad del pueblo sobre su propio cuerpo y su libertad de elección.

El mismo Ministro de Salud la menciona como la responsable de los sucesos acaecidos con respecto a la vacunación, como si se tratara de un ente que no regula ni sobre el que tiene injerencia. Este grupo de galenos bajo el velo del desconocimiento del pueblo aprovechan para, a su antojo, definir qué es “obligatorio” en el tema de vacunación del país y a través del tema manipular la vida de todos los y las costarricenses. Además de dársele un presupuesto de más de dos mil millones de colones para la compra de vacunas tradicionales y además cuarenta mil quinientos millones para la compra de vacunas COVID en el primer presupuesto extraordinario 2021*, que además pide catorce mil millones para el sexto presupuesto extraordinario se le otorga el poder de elegir qué es obligatorio en Costa Rica en el esquema de vacunación.

Extremadamente peligroso es el poder que se otorga tanto a la CNVE como al Ministerio de Salud, ya que se da facultad para que designen qué es obligatorio y la “obligatoriedad” en la población gracias a la Ley General de Salud N° 5395, así como el Código Civil Ley No.63 en el artículo 46. Estas tres puntas de lanza se convierten en un atentado contra la libertad del individuo en Costa Rica. Bajo el supuesto de “protección de la salud pública” el Estado se otorga a sí mismo el poder de pasar por encima de la libertad individual y de la integridad física de cada costarricense. No conforme con semejante abuso de autoridad, pasa por encima de nuestras libertades plasmadas en nuestra Constitución Política y por encima de todos los tratados de bioética existentes.

Semejante aberración biomédica se justifica bajo el pretexto nebuloso de “Salud Pública”. Hoy es COVID19; ¿mañana qué será ébola, marburg, nipah o el virus de moda circulante propagandizado por los medios de terror que controlan la información del país? Es hora de exponer este nefasto grupo que no rinde cuentas al pueblo costarricense, que sin dar la cara está controlando la vida de los costarricenses.

Es hora de que la CNVE dé la cara al pueblo costarricense, es hora de cambiar las nefastas leyes que han permitido la tiranía creciente. Deben hacerse responsables por los daños ocasionados a corto, mediano y largo plazo por las inoculaciones. Deben ser juzgados por pasar por encima de los tratados de bioética médica mundiales. Criminales son, ya está más que claro la soberbia con que el Ministerio de Salud reporta que ni siquiera existe un consentimiento informado. Ustedes señoras y señores de la CNVE, ustedes han pasado a ser nefastos médicos, no lejos de Mengele. Lo mismo que el resto de médicos y otros profesionales de la salud del país que han sido parte de la propaganda médico-mediática. Ustedes creen que son intocables, pero la justicia vendrá. Espero que se arrepientan antes de que suceda, con Dios no se juega.

Ya se vislumbran nuevas inoculaciones con las nuevas tecnologías que a punta de abuso psicológico, coerción estatal y “ensayos clínicos” acelerados, sin terminar y llevando al mercado el producto. Llenos de sesgos creados por las farmacéuticas para vender su producto como una maravilla y sin ninguna responsabilidad por los daños ocasionados, ya Moderna trabaja en una plataforma de mRNA para tres virus respiratorios. Es hora de ponerle fin al poder de las farmacéuticas y los círculos de poder médicos sobre el país.

Estos médicos, en su afán voraz de doblegar a la población costarricense a su voluntad mientras se le siguen inyectando miles de millones de colones a la CNVE aprobaron como parte de la Lista Oficial de Vacunas incluidas en el esquema público básico la vacuna contra Covid19 desde marzo 2021, esquema que cubre a toda la población, incluyendo los niños. Esto es inaudito, en ese momento ni siquiera se tenía planeado el uso en población pediátrica por parte de las farmacéuticas. No se hizo salvedad que fuera solo para adultos, ya todo lo han tenido planeado, para cuando autorizaran la vacunación de niños en el país lo pudieran hacer “por ley” obligatorio y con coacción estatal.

“Clase política y médica” del país, todos ustedes en los poderes de la República y en las instituciones autónomas de salud. El pueblo costarricense tiene claro de que ustedes nos han vendido y destruyen nuestra Patria, todo por billetes y soberbia. Aún están a tiempo de cambiar de rumbo, antes de que Costa Rica sea juzgada, antes de que la nación se levante por su libertad. Los exhorto al arrepentimiento y a detener está abominación de tiranía médica.

Queridos costarricenses, es hora de levantarse y dejar de ser siervos menguados. Ni Pepe Figueres, ni Calderón Guardia, ni Manuel Mora hicieron esta nación. Esta Patria, esta nación la hizo y es del pueblo costarricense, ganada con la sangre derramada por nuestros ancestros. Es claro que estamos invadidos, con un enemigo destruyendo y devorando la vida, la salud y el futuro de Costa Rica. Esta vez los filibusteros están en control del gobierno, Costa Rica es hora de despertar.

Escrito por un disidente de salud

2021

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