No existe la libertad de prensa. Todos los sabemos. Nadie de nosotros se atrevería a escribir su verdadera opinión. La labor del periodista consiste en arruinar la verdad, mentir, pervertir, vilipendiar, arrodillarse a los pies del consumo y de venderse él mismo, su país y su raza a cambio de su pan de cada día. Somos herramientas y vasallos de los hombres adinerados que hay entre bastidores. Somos juguetes; ellos manejan los hilos y nosotros bailamos; nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas son propiedad de estos hombres. Somos prostitutas intelectuales