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Los verificadores independientes se enredaron y enredaron a otros

Para defender a Pfizer y minimizar lo dicho por una ejecutiva ante el Parlamento Europeo, los “verificadores” escriben: “En realidad, Pfizer no ha admitido que su vacuna contra la covid-19 saliera al mercado sin antes ser probada. Lo que precisa es que fue sometida a rigurosos ensayos que testaban su eficacia contra la enfermedad, no contra la transmisión del coronavirus, una información que la propia farmacéutica publicó en 2020 con las conclusiones de los ensayos que lo corroboraban. De hecho, la vacuna de Pfizer/BioNTech fue la primera que aprobaron las autoridades europeas y estadounidenses y sus evaluaciones concluyeron que presentaba una eficacia de en torno al 95% frente al riesgo de “padecer infección sintomática” con la variante original del SARS-CoV-2.

Fuentes de Pfizer explican a EFE Verifica que efectivamente los ensayos con su fármaco contra la covid-19 “no se diseñaron para evaluar la eficacia de la vacuna contra la transmisión del SARS-CoV-2″ sino para «prevenir la enfermedad» causada por el virus, «incluida la enfermedad grave». Las mismas fuentes recalcan que el ensayo clínico en fase 3 -que es público desde diciembre de 2020- cumplió con estos dos criterios “de valoración prioritarios”: protección contra la infección por COVID-19 y contra la enfermedad grave. Por tanto, en contra de lo que afirman numerosos mensajes en redes sociales, las declaraciones de la ejecutiva de Pfizer en la Eurocámara no desvelaron nada ignoto, puesto que ni las propias farmacéuticas ni las autoridades sanitarias publicaron datos sobre la efectividad de la vacuna para evitar la transmisión del virus”.

Todo lo anterior es la más espectacular sarta de mentiras que he visto. Por supuesto que Pfizer presentó supuestas evaluaciones para evitar contagios, basta leer sus ensayos clínicos sobre la vacuna pediátrica: “La FDA realizó un análisis preliminar de los casos que ocurren siete días después de la segunda dosis. En este análisis, entre los participantes sin evidencia de infección previa, ocurrieron 3 casos entre 1305 receptores y 16 casos entre 663 receptores del placebo; la vacuna fue 90.7% efectiva en la prevención del COVID-19”. Veamos los ensayos clínicos Pfizer en adultos: 22000 placebo y 22000 sustancia. 164 contagios con placebo, 8 con la sustancia, como 8 es el 5% de 172, se concluye que el fármaco impidió contagios en un 95%. Todos los ensayos hablaron de contagios, jamás de enfermedades graves.

En ningún caso la FDA o la farmacéutica dijeron que la gravedad de los que recibieron placebo fue mayor que la de los vacunados. Menos que hubo un 95% menos de casos graves o un 95% menos de gravedad. No se puede medir una gravedad, no se puede saber cómo me va a dar una enfermedad como para saber que una vacuna hizo que me diera más leve. Tampoco se puede crear una sustancia para evitar contagios si ni siquiera se sabe cómo se producen estos. Si es por las gotas emanadas por un contagiado bastaría el distanciamiento y la mascarilla, no se requieren fármacos que de ningún modo pueden impedir la llegada de virus provenientes de otras personas, el aire u objetos.

Estas declaraciones de Pfizer a EFE verifica deberían llegar ante los magistrados de la Sala IV que avalaron todas las barbaridades de la CNVE porque aceptaron que los niños “también contagian” y que la vacuna lo impediría. También aprobaron la obligatoriedad porque la “salud pública” está por encima de la autonomía individual. Una sustancia que no evita una enfermedad transmisible es de uso individual, voluntario… no es una prioridad social que implique despidos.

Por cierto, María Luisa Ávila también dijo que los “niños contagian y se contagian” y pueden llevar el virus a sus familias. Por supuesto, también pueden llevarlo las mercancías de un supermercado, ninguna vacuna puede impedir que un virus entre en una casa. No existen ensayos que prueben que la sustancia evita la transmisión del virus, la vacuna es obligatoria en Costa Rica con el fin de vencer enfermedades transmisibles, si esta no impide la transmisión, no debería estar en el esquema de obligatoriedad, pues ni siquiera cumple con la definición de vacuna del reglamento de la ley, que la define como una sustancia de patógenos atenuados o partes de ellos.

Luis Solórzano

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