Gwen Olsen, autora del libro “Confesiones de una ex representante de la industria farmacéutica”, fue una representante de ventas de empresas como Johnson & Johnson, Bristol-Myers Squibb y Abbott Laboratories, con 15 años de experiencia en la industria farmacéutica y cuya salida del sector fue el año 2000. Su objetivo es desmitificar acerca del rol que cumple la industria vinculado a la curación de enfermedades y la salud.
Ella refiere que el negocio de la industria de fármacos es la manutención de enfermedades y la administración de síntomas, ellos no están en el negocio de la cura del cáncer, Alzheimer o problemas del corazón, pues de ser así, estarían en el negocio de quedarse sin negocio.
Es demostrable que la industria no quiere curar a la gente porque gran parte de los fármacos producidos en el mundo permiten a la gente seguir siendo dependientes y de hecho se le dirá a un paciente cuando le recetan un ansiolítico, antidepresivo o antipsicótico que probablemente tenga que usarlo por el resto de su vida. Mucha gente se da cuenta que está usando fármacos durante mucho tiempo de manera permanente y los problemas continuarían si dejaran de consumir de golpe e incluso paulatinamente un medicamento como el caso de los fármacos para reducir el colesterol cuyos efectos colaterales es la aparición de otras enfermedades.
También el uso de placebos que son pastillas de azúcar y que incluso muchos medicamentos no son más que los placebos como el caso particular del reciente ensayo en el Reino Unido sobre antidepresivos (Inhibidores de serotonina selectiva) donde se demostró que los antidepresivos no son más efectivos que un placebo, sin embargo son más de 44 millones de personas que las han utilizado.
Existen muchas cosas que se pueden hacer por los pacientes deprimidos para mejorar su estado mental, pues un estudio demostró que el ejercicio es más efectivo que un placebo o antidepresivo. Se sabe que las empresas de los medicamentos ganan 5 a 6 veces más que cualquier otra empresa en los Estados Unidos y es difícil pensar que las grandes compañías renuncien de buena manera a esos beneficios, pues nosotros estamos considerados como mercancía humana, alentados por muchos médicos engañados por estas empresas al no considerar las consecuencias de los pacientes, no conocer la información que están distribuyendo ni darse cuenta de los efectos secundarios ocultos en los medicamentos.
Debemos recuperar el control que la industria ha tomado sobre nosotros y exigir la responsabilidad por sus acciones y productos defectuosos que ponen en el mercado. Necesitamos educarnos y saber que existen opciones que son más efectivas que los fármacos como el aspecto nutricional de la dieta y el estilo de vida, ejercitándonos y cuidando nuestra salud porque una vez que comenzamos a tomar un medicamento tras otro, seremos dependientes de por vida.
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