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Bombardeo Propagandístico

Joost Meerloo, autor del libro The Rape of the Mind, que traduciríamos como “La Violación de la Mente” afirma que:  

Mientras que el miedo prepara a la población para la mentira, el uso de la propaganda difunde desinformación y promueve la confusión con respecto a la fuente de las amenazas o la naturaleza de la crisis, ayudando a romper las mentes de las masas

El origen de la psicosis es siempre un grave problema, una amenaza tan peligrosa que suscita niveles de miedo y tensión social insostenibles. 

El Gobierno fabrica este problema de forma oportunista interviniendo psicológicamente a los individuos para inducir el temor frente a un peligro inminente. Después, agita ese problema utilizando un bombardeo propagandístico diseñado para confundir al individuo. 

Los medios de comunicación usados por el poder ofrecen información falsa, contradictoria o sin sentido, que lleva a un estado de confusión porque el individuo no puede abordarla de una manera racional y adaptativa, lo cual aumenta la susceptibilidad al miedo y la indignación. 

La lógica se puede enfrentar con la lógica, mientras que la ilógica no. Confunde a quienes piensan de forma correcta y mientras la gente todavía está buscando un contra-argumento razonable a la primera mentira, los totalitarios pueden agredirlos con otra

Además, la forma de presentar esta información es muy particular. Meerloo lo llama ondas de terror. Se trata de etapas donde la tensión aumenta exponencialmente, seguidas de pequeños periodos de calma, lo que poco a poco va destruyendo la moral del individuo. 

En el momento de máxima tensión y confusión, el poder presenta la solución a ese terrible peligro y la posiciona como única alternativa, es esto o nada. El individuo, habiendo estado expuesto a estas ondas de terror y rendido ya al empuje de la masa, que cree que solo hay un camino para la resolución del conflicto le suplica al Gobierno que implemente esa solución para que de esa forma su seguridad pueda quedar garantizada. 

Sin embargo, el Gobierno no puede ejecutar esa solución. Para poder hacerlo necesita adquirir más poder, una nueva ley, un nuevo ministerio o incluso una nueva Constitución que le permitan hacer lo que antes no podía a costa de la restricción o eliminación de ciertos derechos individuales. 

En otras condiciones, el individuo no hubiera accedido a perder su libertad y sus derechos, pero aquí el poder ya logró el beneplácito de las masas que le ruegan que les arrebate sus derechos para acabar con esa terrible amenaza. 

Y el poder habiendo logrado lo que quería, deja de fabricar y agitar el problema que ellos mismos crearon con lo que pareciera que realmente logró una solución. La calma regresa, los individuos ya no son tan libres, pero se libraron del miedo y recuperaron su sensación de seguridad. 

El coste en forma de pérdidas de derechos y libertades individuales fue elevado, pero la masa lo celebra. ¡Misión cumplida! Hasta que el ciclo vuelve a repetirse de nuevo con otra amenaza fabricada por el poder que pone en marcha la hipnotización global a través de la propaganda manipulativa y la intervención psicológica.  

En caso de que este proceso no sea suficiente para derribar al individuo y convertirlo en masa obediente, hay un elemento más que el poder utiliza para aumentar la posibilidad de una psicosis totalitaria: Aislar a los individuos y perturbar sus interacciones sociales en nombre de un bien común. 

Un individuo solo y sin interacciones normales, con amigos, familiares y compañeros de trabajo, se vuelve mucho más susceptible a delirios. En primer lugar, se pierde el contacto con la fuerza correctiva del ejemplo positivo, a lo que sucede en muchas otras especies de mamíferos y, por otro lado, los seres humanos se condicionan más fácilmente a nuevos patrones de pensamiento y comportamiento cuando se encuentran aislados. 

Este proceso que acabo de describir, lleva al individuo a un estado de infantilización en el que le cede toda la potestad al Gobierno, perdiendo su capacidad de pensar por sí mismo, de hacerse responsable de su vida y de sentir que es capaz de lidiar con los desafíos que van surgiendo en el día a día. 

Carl Jung decía que:  

Cuando los individuos pierden su individualidad pierden también su categoría intelectual y moral. Se conectan inconscientemente con un nivel inferior donde rigen la irresponsabilidad, el victimismo, la insensatez, el tribalismo y el infantilismo

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